LEÍDO-02-03-2014 |
DETRAS DE LA
LLUVIA
Alonso de Ercilla: La negra noche horrenda y
espantosa, cubriendo tierra y mar cayó del cielo, dejando antes de tiempo
presurosa envuelto el mundo en tenebroso velo.
_que detrás de la lluvia siempre aparece el
aire purificado.
De nada les había servido llevar el casco
pintado de blanco para disimularse en el terreno ni tener los fusiles envueltos
en telas blancas para ocultar el agujero por donde salía la muerte.
Cicerón: La verdad se corrompe o con la
mentira o con el silencio.
Tibulo: El que tiene tristeza en el corazón
es difícil que lo pueda disimular.
RESUMEN DEL LIBRO
José
Manuel rehusó responder. Se calmó los tobillos, que no cubrían los muy
remendados pantalones de dril. Las ortigas y raíces habían dejado sus huellas
también en las alpargatas de suela de esparto. Cuando fueran mayores quizá
podrían tener botas de cuero con cordones o esas polainas con hebillas que
protegían las piernas hasta la rodilla y que usaban algunas autoridades de esos
pueblos y señorones de Oviedo, cuando llegaban para vigilar sus quintanas
arrendadas. Echó a andar hacia arriba y su primo le siguió. No había pistas ni
senderos en las amplias erías, sólo la referencia de los altos montes con los
picachos surgiendo como centinelas. Para guiarles allí estaban la Mesa y la
Marujas, al frente, en plena Sierra Negra. Antes de llegar a ellos los prados
competirían con los roquedales. Habían salido de casa cuando la noche aún
palpaba los contornos de las cosas y un presentir de palideces se agazapaba
para reclamar su turno. Habían caminado por la caleya para no pisar la gleba y,
cuando la ruta impuso la dirección adecuada, se afanaron por los prados,
algunos todavía henchidos de pasto, la siega retrasada, con la oscuridad difusa
sosteniéndose alrededor. Escapaban de la vigilancia familiar y del lento
despertar del domingo. Apenas hablaban. Eran herederos de una forma de vida
donde las palabras salían menguadas y los esfuerzos se prodigaban.
a
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