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LEÍDA-08-01-2020 |
EL NEGOCIADO DEL YIN Y EL YANG
Resumen
En la primavera de
1975 Franco tiene los días contados. Inquieto y estimulado por los nuevos aires
de cambio y esperanza que comienzan a respirarse en España, Rufo Batalla planea
su regreso a Barcelona. Cuando está a punto de abandonar Nueva York recibe una
sugerente propuesta del príncipe Tadeusz Maria Clementij Tukuulo relacionada
con su disparatado plan de reconquista del trono de Livonia, un país hoy
inexistente.
A sabiendas de que
Tukuulo aparece en su vida tan alegremente como desaparece y le manipula a su
antojo, Rufo se deja llevar por su admiración y sincero afecto por el monarca y
acepta una misión incierta en Oriente. Una vez allí, descubrirá que éste no es
el último ni el único destino de esta enloquecida aventura.
Eduardo Mendoza
prosigue la serie iniciada con El rey recibe, y recorre de forma
extraordinariamente lúcida y con gran sentido del humor algunos momentos
históricos, culturales y sociales del siglo XX a partir de la peripecia
personal del protagonista, el cumplidor Rufo Batalla. Su formalidad e
insatisfacción son el contrapunto perfecto del formidable príncipe Tukuulo, y
su pintoresca relación es la puerta de entrada a un mundo absurdo en el que
todo es posible.
"En la corte
imperial del antiguo Japón existió un departamento ministerial consagrado al
yin y al yang. Este método de distribución de las fuerzas que rigen el universo
había entrado en el Japón, como casi todo, de la China y se le había atribuido
tanta importancia que se le dedicó todo un sector administrativo, cuyas funciones
eran nulas, pero cuya mera existencia honraba un concepto que encerraba en sí
el orden del cosmos. El negociado de mi título alude a esta subdivisión
gubernamental y también a la forma de gestionar las misteriosas fuerzas que nos
llevan de un lado para otro. Según este principio, todo depende del equilibrio
entre el yin, que representa el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la
pasividad y la absorción, y el yang, el principio masculino, el cielo, la luz,
la actividad y la penetración. En virtud de este equilibrio, el envejecimiento
se debe a la pérdida de terreno del yin con respecto al yang. Y como esto,
todo. No hace falta añadir que a mí, como ateo y aficionado al fútbol, el
concepto del yin y el yang me parece un disparate. Pero no ignoro que a su
sombra se desarrollaron grandes civilizaciones." Eduardo Mendoza