LÉIDA-24-12-2018 |
MI GATO AUTÍCKO
En su casa de Kersko, cerca de
Praga, Hrabal se recluye para escribir y cuidar de sus gatos, entre los cuales
su favorito es Autícko. Los gatos marcan el ritmo cotidiano con sus juegos, su
deseo de retozar, el horario de sus comidas. Y Hrabal se entrega a ellos con
una ternura excepcional. Pero cuando los gatos empiezan a reproducirse en
exceso, el autor ya no tiene tiempo para trabajar ni para dormir. Se ve
obligado entonces a tomar medidas para preservar un equilibrio en la colonia, y
es cuando sufre y se odia a sí mismo, pues sabe que a pesar de su amor por
estos gatitos debe matar a una parte para poder seguir cuidando del resto.
Atormentado, sólo consigue redimir su culpabilidad tras un accidente de coche
del que milagrosamente escapa con vida. Hrabal, en una entrevista, dijo sobre
esta balada gatuna: 'No soy indulgente cuando se trata de profundizar en el
sentimiento de culpa. De hecho, cuando en el mundo ocurre algo terrible siento
como si lo hubiera hecho yo o me lo hubieran hecho a mí. (...) Puedo ver cómo
la gente dispara (...), la guerra, los inocentes, y todos soy yo. E incluso el
gato, el gato muerto, soy yo. Cuando veo a un perro atropellado en alguna
parte, también soy yo. Es una compasión profunda la que me despierta todo ser
vivo'.
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